Este miércoles once de octubre se cumplen 49 años del golpe militar que marcó un  antes y un después en la vida republicana de nuestro país. Fue el colofón de décadas de crisis, marcadas por una constante corrupción y una discriminación social, donde se convirtió en una norma el abismo entre ricos y pobres.

Más allá del corte abrupto que sufrió la institucionalidad de la República con la acción de la Guardia Nacional, es menester admitir que aquel golpe fue el resultado de la conducta insana e impropia de una clase dirigente que convirtió al Estado y a
los gobiernos en franquicias de sus empresas y en mecanismos recaudador de sus apetencias comerciales. Fue esa, no otra, la causa de aquella irrupción, que hizo pensar a los mandos medios de la entonces Guardia Nacional, en una salida para el
devenir del país.

Una transición de dos años produjo para el país una etapa de inestabilidad y angustia que no deben repetirse, pero saldado el periodo, el triunfo de sectores progresistas dentro de la Guardia Nacional dieron paso a una de las etapas más productivas que recuerde nuestra historia, teniendo como victoria indiscutible la consolidación del Estado Nacional, conculcado por 96 años por la condición de protectorado que le impuso Estados Unidos a Panamá.

Así el once de octubre de 1968 marca un hito cuyo devenir progresista dependió por entero del rumbo que le trazaran los sectores progresistas que liderizó el general Omar Torrijos Herrera. Sin su concurso, sin su esfuerzo, sin su gestión aquel golpe hubiera sido lo que algunos llaman sin reparo una dictadura.

Afirmamos, sin embargo, que el balance histórico demuestra que Torrijos encabezó después de la definición de ese golpe, el más profundo de los procesos de cambios sociales que recuerde nuestra República, creando un sistema de representación popular más democrático y participativo que el modelo de democracia formal representativa que impusieron los gobiernos oligárquicos hasta 1968. Ese sistema de representación, sigue siendo la base de nuestra democracia.

Todo esto jamás podrá ser borrado de nuestra historia, aunque sea distorsionado hoy por quienes, pese a beneficiarse de esa gestión, se empeñan en no reconocerlo.

Para el PRD este once de octubre debe ratificar los motivos que movilizaron a una tropa que comprendió que la posibilidad de cumplir sus propias aspiraciones estaba vinculada a la de las mayorías empobrecidas de Panamá y a la consolidación del Estado Nacional. Debe servir además para que aquellos sectores realmente interesados en el progreso social y económico de la Nación, coadyuven a forjar un país más equitativo, justo, sin corrupción, ni ventajas de uno sobre otros, porque factores como esos siempre llevan al país a escenarios críticos, y en ocasiones a situaciones insalvables.

Es responsabilidad de todos que fracturas institucionales como esas no se vuelvan a repetir, y por ende el respeto a la institucionalidad, a la justicia y a la equidad deben estar presentes en el pacto y en las actuaciones del Estado.

Comité Ejecutivo Nacional
Partido Revolucionario Democrático

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